A lo largo de nuestras vidas, nuestros pies son los encargados de transportarnos. Los pies han soportado muchos pasos, tantos que si los juntáramos todos podríamos dar varias veces la vuelta al mundo andando y el peso del cuerpo, lo que equivale a miles de toneladas al final de nuestra vida.
El cuidado de los pies de los mayores es muy importante para mantener su calidad de vida, es bueno para su salud y nos permite prevenir muchas patologías antes de que se puedan agravar y llegar a afectar incluso a su movilidad.
Más del 80% de las personas mayores necesitan los cuidados de un podólogo periódicamente, así lo refleja un informe del Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos.
De ahí la importancia para las personas mayores de acudir al podólogo de forma periódica. Estas visitas servirán para impedir que se desarrolle cualquier anomalía y se pueda tratar aplicando los métodos adecuados para abordarlo desde el inicio.
La población española es una de las sociedades más envejecidas del mundo debido al aumento de la esperanza de vida por las mejores condiciones de vida, la buena alimentación y los avances farmacológicos y médicos.
Vivimos más años y debemos potenciar el llamado envejecimiento activo y saludable, no solo cuidando la salud de nuestros órganos vitales sino también aquellas partes del organismo que son imprescindibles para tener una buena calidad de vida, como es el caso de nuestros pies.
Así los problemas más comunes que vemos en la consulta del Instituto Valenciano del Pie entre personas mayores de 65 años son problemas en la piel como las queratopatías, uñas encarnadas o distrofias ungueales y las infecciones fúngicas también en las uñas.
Muchos de los problemas en los pies de las personas mayores se producen derivados de otras patologías como enfermedades osteoarticulares como la artrosis, la obesidad o la diabetes y en este último caso se suman los problemas de un correcto flujo sanguíneo con la ausencia de sensibilidad.
Es fundamental tener en cuenta que la patología del pie del anciano es muy amplia, de forma que, con frecuencia, las personas mayores pueden padecer diferentes afecciones, muchas veces por los efectos de enfermedades congénitas o adquiridas, del envejecimiento y del estrés impuesto por actividades y ocupaciones a lo largo de la vida.