
El cuidado de los pies de los mayores es muy importante y está directamente relacionado con su calidad de vida. Unos pies cuidados y saludables nos permiten prevenir muchas patologías incluso antes de que se puedan agravar y llegar a afectar a la movilidad.
Con el paso de los años, nuestros pies habrán tenido que soportar miles y miles de pasos, tantos que si los juntáramos todos podríamos dar varias veces la vuelta al mundo andando, por lo que es normal que necesiten unos cuidados especiales.
Si el envejecimiento afecta a todo nuestro organismo, imagínate a los pies después de toda una vida aguantando nuestro peso. Es fundamental revisar y cuidar periódicamente los pies al llegar a una edad avanzada.
Tanto es así que hace unos meses el Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos calculó que más del 80% de las personas mayores necesitan los cuidados de un podólogo de manera periódica.
En el pie tenemos 28 huesos que se unen mediante 33 articulaciones y más de 100 tendones, una maravilla de la evolución pero es normal que con los años se desgaste y necesite unos cuidados especiales.
Por ejemplo, unos de los principales efectos del envejecimiento de esta estructura es la pérdida de tejido adiposo en la planta del pie, que actúa como un potente amortiguador natural y con los años y su uso, se va deteriorando. Las uñas también sufren cambios en su estructura y en su grosor.
Unos pies castigados por su uso durante años se traduce en que al envejecer solemos padecer una o varias alteraciones en los pies.
Muchos de los problemas en los pies de las personas mayores son derivados de otras patologías como enfermedades osteoarticulares como la artrosis, la obesidad o la diabetes. En este caso se suman los problemas de no tener un correcto flujo sanguíneo y la ausencia de sensibilidad en la zona.
Una persona mayor debe de acudir periódicamente al podólogo para garantizar que el estado de sus pies sea siempre el mejor posible para su edad.
Los cuidados podológicos más habituales son la quiropodia, hablamos del tratamiento de callosidades, durezas, uñas que se clavan en los laterales de los dedos, papilomas, hongos, etc.
En otros casos debemos recurrir a la cirugía podológica para solucionar de forma quirúrgica aquellas patologías que no se pueden solucionar mediante tratamientos conservadores. Por ejemplo, las cirugías más frecuentes son las de Juanete y de uña encarnada.
Y sin olvidarnos de la posibilidad de realizar un estudio biomecánicos y el uso de una plantilla personalizada. En muchos casos una plantilla correctamente diseñada y usada puede mejorar muchísimo la estabilidad de marcha de una persona mayor ya que nos permite compensar la pérdida de tejido adiposo generando un correcto reparto de presiones en la planta del pie evitando puntos de presión que generen callosidades u otros problemas.