
Como todos los años por estas fechas, miles de personas han aprovechado el buen tiempo y las vacaciones de verano para completar el Camino de Santiago y finalizar su peregrinaje hacia Santiago de Compostela.
Por este motivo, desde el Instituto Valenciano del Pie queremos daros una serie de recomendaciones para disfrutar al máximo de esta experiencia, cuidando de forma especial a aquellos que nos llevarán hacia la meta: nuestros pies.
El calzado y los calcetines son elementos primordiales a la hora de emprender el Camino, ya que de una buena decisión a la hora de escogerlos, así como del cuidado de nuestros pies, dependerá nuestra llegada a la ciudad compostelana.
La elección del calzado irá determinada por el tipo de ruta que vayamos a realizar. Es importante prestar atención al grosor de la suela si elegimos una ruta de montaña, o fijarnos en el peso del calzado si escogemos una ruta por camino llano.
Igual de importante es tener en cuenta las prestaciones que nos aporta el calzado como: la amortiguación de los impactos en el aparato locomotor, la entresuela situada entre las suelas exterior e interior para absorber al máximo todo tipo de presiones, las almohadillas en la parte posterosuperior para proteger el tendón de Aquiles y la lengüeta, que debe ser acolchada para evitar roces que puedan afectar a los músculos extensores.
Por otro lado, los calcetines son la otra mitad importantísima a tener en cuenta a la hora de emprender el Camino. La lana, el algodón, el hilo o los tejidos técnicos son los materiales más apropiados. Usar materiales transpirables evita una hiperhidratación de los pies, y por tanto, rozaduras, hongos y ampollas molestas que puedan entorpecer nuestra ruta. Igual de importante es cambiarlos a diario, y mantenerlos siempre secos y frescos.
En ambos casos, es indispensable elegir bien el tallaje. Llevar unos calcetines demasiado anchos provocará ampollas incómodas y dolorosas, y escoger unos demasiado pequeños dificultará la circulación. La talla del calzado es igualmente primordial, ya que unos demasiado grandes facilitarán la aparición de rozaduras en los talones y en los dedos, y unos demasiado pequeños nos lastimarán los dedos y los tendones.
Es importante también, no estrenar el calzado en el mismo momento de iniciar el Camino, ya que unas botas amoldadas al pie nos ahorrarán imprevistos de última hora, así como daños producidos por la dureza de un calzado sin estrenar.
Una vez hayamos tenido en cuenta estos puntos clave, y hayamos elegido los compañeros de nuestros pies durante el Camino, podremos emprender la ruta que nos lleve hacia Santiago, disfrutando de cada kilómetro y de cada paso que demos.